Ese interminable
verano.
La temperatura superando los cuarenta.
El escaso aire entre el
pavimento
y las gotas de sudor alcoholizadas.
Ya me lo imagino.
No quedaba otra
que la maravillosa y venerada agua.
Agua es vida!
Y también
hay que pedirle perdón, agradecerle y cuidarla.
Y el agua tiene sed y tiene
hambre,
y en lo inesperado, en lo efímero de un suspiro,
sació su apetito.
Una
tormenta se alzó en el cielo
y un cometa azul eléctrico voló en un torbellino
de colores. Energía!
Todo quedó paralizado,
era como que el calor empezaba a amainar.
Y entre recuerdos, risas y lágrimas
comenzaba un nuevo otoño.
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