Míralo, míralo!
Ahí, con sus cachetitos rosaditos
llorisqueando desconsoladamente, sentadito en su trono.
El hijo travieso de los señores acaudalados
se ha pinchado su piecito con una espina.
Pues cómo?
Aquí en la fortaleza, aquí en su palacio,
hemos sacado todas las espinas
para que no se
dañara el pobre niño!
Si…si. Perfecto,
pero nadie sabía que tenía sus amigos de Saqsaywaman
donde entre las
espinas se anidaban
los más dulces saucos de la eternidad.
Déjenlo, pobre niño!!
Se ha encontrado con la Naturaleza!
Necesita descargar su emoción!
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