El escenario los espera,
el espectador también.
Salen de sus
valijas,
conectan con el canal, el
titiritero.
Ambos inflan su pecho
pero
son los títeres quienes recobran vida.
Sus brazos ya no lucen cansados
y
sus cabezas se alzan,
pueden darle vida
hasta la goma espuma más muerta.
Ahora
es el espectador quien reposa como muñeco
y el títere quien maneja la
situación.
Magia!
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